martes, 10 de mayo de 2016

¿Princesa? No.

Cuando se estuvo hablando sobre qué íbamos a realizar en nuestra salida a Sigüenza, me sorprendió muchísimo que alguna persona defendiera la idea de ir vestidas como van en la versión de Disney de Blancanieves.
Ya de por sí, Blancanieves es una película que nunca me gustó demasiado. Así en general, ninguna película de princesas me gustaba mucho de pequeña. La única que se salvaba era La Bella y la Bestia, y curiosamente es la única que no es princesa, sino una simple ciudadana. Mi yo interior infantil, parece ser, que era una revolucionaria.
Y es que, casualmente, mientras procrastinaba, me he topado con un texto que me gustaría compartir aquí.


"Porque nos obligaron.
Porque desde pequeñitas, nos pusieron coronas, vestidos de tul, ropa que no nos dejaba jugar porque no la podíamos manchar. Nos dijeron "¡Qué niña más guapa!" tantas veces, que nos creímos que era lo que importaba.
Y nos chutaron dosis diarias de príncipe azul, y así nos hicimos yonkis del amor, y aprendimos a necesitarlo para vivir.
Las princesas son guapas, están asustadas y se enamoran del primero que las salva. Y del segundo. Y del tercero. Y esperan, encerradas en su torre, sin hacer nada para escapar de ella.

Y nosotras aprendimos a ser como ellas.
Aprendimos a obligarnos a ser guapas, que significa fracasar eternamente en intentar parecerles guapas a los demás.
Aprendimos a esperar a que el príncipe azul nos solucionara la vida, que significa construir nuestra existencia en torno a la idea de conseguir y mantener una pareja, y a sólo así sentirnos completas. 
Aprendimos que estas dos cosas eran una pelea, que significa sentirnos amenazadas por todas las mujeres que nos rodean, no vaya a ser que sean más guapas, o que su torre le pille al príncipe más cerca.
Aprendimos a querernos poco, y sólo a costa de lo que nos quisieran otros.

Quedaos con mis vestidos de tul, mi príncipe azul, mi espejo y mi corona.
Quedaos con mis complejos, mis miedos, mis vacíos y mis celos. Quedaos con todo eso que me habéis impuesto, que no lo quiero.
Porque necesito sitio para las botas, los libros, los cuchillos los vasos y los ceniceros. Para los bolis, las fotos, los bocadillos y mis cuentos. Para los condones, la bici, los pinceles y los baberos. Para las cazuelas, los periódicos, el martillo, los clavos y los ligueros. Para bailar, correr, descansar y tirarme en la hierba a ver pasar el cielo. Para mis sueños, mis desastres y mis deseos. Para fracasar y empezar otra vez con mis proyectos. Para mis amigas, mis ligues, mis mujeres admiradas y mis no quiero. Para mi vida, al margen de lo que me enseñaron.

Quedaos con mi reino. Que a mí me hace falta sitio para el mundo entero"

Faktoría Lila


Espero que, algún día, ya no haya niñas que quieran ser princesas. 

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